El nombre siempre nos ha encantado. Es estar en la cima de un rascacielos y mirar hacia abajo: pequeñas cosas furiosas. Siempre mirar hacia abajo y estar furioso y ser consciente de que uno es pequeña cosa, eso fueron los noventa. Yermo te lo explica con los dientes tensos y la mirada helada desde un EP -Frión- del que casi nadie se acuerda y los pocos jamás nombramos por celotipia: es un secreto que persiste tal cual porque no se propaga y así, que quieren, ya nos está bien. Sería una derrota verlos en cualquiera de esos festivaluchos como adalides del Dream Pop -arcada- o el Shoegaze -vómito- nacional. Era otra forma de cagarse en su puta madre mediante el ruido. Existió, fue un instante eterno y lo vimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario