Del Chacho se cuentan más leyendas que verdades. Historias sobre suecas, bares, humo y cantar con idioma inventado son su aureola natural, su estatus, lo que todos le preguntan. Pues ahora resulta que el Chacho estaba de parranda y regresa, tras treinta y cinco años, para parir un disco tan auténtico que no parece del 2013. Lo fueron a buscar a la taberna de siempre y allí estaba, dispuesto a tocarnos la fibra nuevamente con una interpretación sentenciosa. El Primer Ministro de la Rumba nos hace pensar en aquello de Billie Holiday: la urdimbre de su voz es la urdimbre del tiempo.
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