Por supuesto, reíros, estáis en vuestro derecho. Al igual que nosotros estamos en nuestro derecho de disfrutar con el nuevo r'n'b de Frank Ocean y, sí, éste, el innombrable, el eterno chico Disney para sus detractores. Lo diremos a saco, sin rodeos, dedicándoselo a los amantes de las emociones fuertes: somos fans fanísimos de los dos discos que ha sacado este año, dos discos atiborrados de hits que sobrepasan los seis minutos; los conceptos "pop" y "sesión electrónica" copulando como no lo hacían desde la primera Björk; negritud vocal pese al impedimento sempiterno del intérprete blanco, y queremos decir más Bee Gees que Al Green, claro, pero creíble al fin y al cabo y nada falseado, nada auto-tune; el sonido catedralicio de una producción imprevisible, original, divertidísima, y la constatación de que Timbaland siempre necesitará un "otro". Supongo que ahora ya estará todo el bar descojonándose. Seguimos bailando.
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